En México, la tortura existe. Es una práctica que permea en todo el país y que se ha institucionalizado como un mecanismo de control, de imposición de verdades, de represión, de fabricación de culpables, de castigo y discriminación. La tortura se ha consolidado como una herramienta que buscar fragmentar y romper. Ante este contexto, resulta importante seguir visibilizando su permanencia, así como nombrar y reconocer a quienes la han vivido y sobrevivido a ella y seguir construyendo formas de resistencia. En este sentido, los días 3 y 4 de mayo de 2024 se llevó a cabo el primer Encuentro Nacional de Víctimas de Tortura, el cual conjuntó a 28 personas sobreviviente y víctimas de esta grave violación de derechos humanos provenientes de los estados de Ciudad Juárez, Monterrey, Jalisco, Ciudad de México, Estado de México,

Oaxaca, Quintana Roo y Chiapas; quienes han vivido la tortura cometida en los contextos de detención y fabricación de culpables, represión de la protesta social, persecusión política y la ocurrida en los centros de tratamiento de adicciones. El Encuentro constituyó un espacio de escucha e intercambio de experiencias entre familiares de víctimas, sobrevivientes y organizaciones acompañantes que permitió historizar la práctica de la tortura en el país; identificar los obstáculos en la lucha que han emprendido y los impactos que la tortura ha generado de manera individual, familiar y colectiva; así como reconocer entre ellas/os las diversas formas que han encontrado de organización y acompañamiento.

En este espacio, se contó además con la participación de integrantes de organizaciones y redes locales, nacionales e internacionales tales como el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas; el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo; el Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad; Fundar, Centro de Análisis e Investigación; la Organización Mundial Contra la Tortura; la Red Nacional de Peritos y Expertos contra la Tortura en México; the Center for Victims of Torture y la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Este documento de memoria que es construido por y para quienes han o están atravesando los impactos que la tortura genera, quienes son testimonio de lucha, resistencia y de amor; pretende recoger las voces, experiencias, impactos, luchas y formas de resistencia de las víctimas que participaron en el Encuentro, quienes se fueron conociendo e identificando a través de sus historias, sus vivencias, sus dolores y sentimientos.Recalca la importancia de la construcción de redes y rescata los lazos que se tejieron durante este encuentro que fue un espacio de amor y cuidado.

Esta memoria pretende ser una herramienta de denuncia de la permanencia de la tortura en México, que cobra relevancia ante los múltiples y cotidianos intentos que han habido de negarla, esconderla y silenciar a quienes han alzado la voz. Finalmente, este documento también constituye una herramienta de apoyo para quienes están viviendo los impactos de la tortura, que puede servirles en su lucha por la libertad, la justicia, la verdad y reparación integral del daño.

No cabe duda que lo aquí externado, no logra recuperar todas las vivencias, reflexiones y sentimientos generados y compartidos durante este espacio de valentía y esperanza. Sino que solamente es una mirada que se aproxima a lo vivido durante esos días, donde una de las principales conclusiones que se tuvieron fue la importancia de seguir generando espacios de encuentro, reencuentros colectivos y de tejido de redes.Tal como lo expresaron algunas de las víctimas participantes “Unidxs, acompañándonos, nos hacemos más fuertes” ,“Tejer redes es resistir, pero también florecer”.

“ Ante el olvido, el silencio y la persecución,
resaltamos la importancia de tejer redes, de
reconocernos y acompañarnos en los procesos
que continuamos viviendo todos los días”.
(Sobreviviente tortura)